martes, 26 de abril de 2011

pescando en la rioja





Llueve. Ana se va por la mañana. Cambia el limpia. Los críos vomitan como los marcianos esos de la película de anoche.
Por la tarde llegan Toña y Enrique. El aeropuerto es pequeño y manejable. Cuando faltan cinco minutos para la llegada del vuelo, llega la policía municipal a hacer la recaudación. Se ponen a multar como locos.
Vienen directamente de La Rioja, con la cabeza todavía allí. Vamos al Mirador de la Amatista para que Toña, que desconoce esta zona, se haga una idea general. Un ratón de campo se come las miguillas de los turistas. Lola tiene cerrado. Unas cañas en el hostal de la Isleta. Las olas ponen la música. Un mendigo francés quiere un cigarro. Imposible calcular su edad tras esa larga barba. Sacan sus pinceles y disparan. Junto a Chon Wayne, uno se siente pequeño. Los pescadores llevan un gran pulpo agarrado a la pared de plástico de un cubo. El gallo desdentado mira al infinito mientras fuma. Como de una tribu ancestral, comemos asaduras y sangre frita encebollada. Es tan barato que Enrique piensa que se han equivocado. El mar se vuelve plateado, las cosas cogen densidad y luego se apagan hasta convertirse en siluetas de montañas y las luces del Pozo.
Cuando cenamos, seguimos en La Rioja. La madre de Toña se ríe, y ellas también. Dorita escribe sobre su pueblo y su padre espabila. Deja el mando a un lado y se pone a hablar. Nosotros, que hemos venido de visita, nos disculpamos y nos vamos a acostar.

2 comentarios:

  1. No se si me gustan más tus escritos o tus dibujos. Lo dejaremos en empate. Recuerdos a esa buena gente

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