martes, 28 de junio de 2011

si te regalan un cuaderno

de hojas finas, casi de papel biblia, más vale que tenga pocas páginas.
Tendrás que volver al bolígrafo y olvidarte de las acuarelas, que lo abarquillan. Los cafés se harán más apresurados, sin tiempo para enfriarse, pues un descanso es un punto que traspasa al día siguiente; y siempre cargarás con las manchas del día anterior. Arrepentido como un perro, habrás de mirarlo todo a la ligera sin pensar y sin pesar, sin placer casi, porque no hay placer en la prisa. Sólo en repasar las hojas como si fuera un misal ilustrado e irreverente, algo que se debió inventar a su tiempo.
En fin, que aquí podéis ver su porte triste. Se admiten duros comentarios.

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