lunes, 11 de julio de 2011

en mestanza otra vez

Cuando cargo los cubos en el pilón y veo las avispas revolotear, recuerdo que he soñado con muchas avispas. Levantaba esa máscara al muerto y no se veía ningún rostro, sólo avispas, muchas avispas.
Y Tranqui, y el maíz gigante. Quizás estoy metido en él. Pongo el reloj, quien sabe si, al llegar a las nueve, despierto con los chiflitos del agua.
Llenamos el maletero. Los ojos del sueño aún me brillan. Me siento raro conduciendo. Las cosas pasan por el cristal y yo me siento ajeno. Es cuando pienso que algo importante se me escapa mientras el coche se aleja. Soy capaz de verme conduciendo entonces, con el automático. Ajeno a los coches y al mundo. Cruzamos el puerto y entramos en el valle punteado de encinas. Soy capaz de cruzar la puerta, el pasillo, la escalera. Quizá el sótano. Cualquier oscuridad que nos acoja para empezar de nuevo.

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