viernes, 13 de julio de 2012

camino de santiago: de castro urdiales a laredo


Salimos por la plaza de toros y el albergue, que es una pequeña casita entre el césped donde una atrasada peregrina recoge la ropa de las cuerdas. Subimos hasta los acantilados de la costa en un paseo bonito. Una barca pesca rodeada de gaviotas. Arbolado con Calixto, muy agradable sin asfalto, a la sombra de laureles nogales y encinas. Vemos el albergue de Islares y le pisamos lo fregao, cachis! Llegamos a la playa y nos metemos al interior rodeando la ría, que luego será el río Agüera. En Guriezo sigo con Calixto (Don Eucalipto, como le llamaba algún alumno) y me pierdo la separación del grupo, de seguro que emotiva conociendo a Toni en su papel de desvalido.En el barrio de Rioseco paramos en el bar. Una chica simpática nos pone tortilla, banderillas y cervezas. Luego llegan los demás.
Subimos la Magdalena con el grupo de vascos, que van sin mochilas. Afortunadamente es camino de tierra, pero con una pendiente jodida jodida. Esto no acaba nunca y el bosque de eucaliptos es tan claro (los eucaliptos tan jóvenes) que nos da el soletón. Yo subo con una vasca que, ya arriba, espera a sus compas.
La bajada es un valle, el de Liendo, precioso. Encajonado y con muchos verdes. Bajo entre castaños en flor, encinas, robles y nogales, al ritmo de los cencerros y un lejano relincho, sobre un camino pedregoso incómodo. La bajada es tan fuerte que machacamos rodillas. Atravesamos la autovía por debajo y entramos en un bonito paseo de avellanos que acaba en una casa donde un señor labra un arcón de madera. Esto es Liendo, lo más difícil ya ha pasado, me dice. Espero a los chicos en el Villamar, el único bar que veo y que lleva un camaraca sin espíritu. Cae un bocata de sardinas con tomate y una cuña de queso en aceite forrado de jamón.
Otro alto y otro más de remate que nos sube al mirador donde está esa espantosa torre de uralita de Laredo (desde arriba vemos su enorme playa y un montón de puntitos que se mueven). Carlos mataría al que pone las flechas. Entramos a la muy noble y leal villa por el antiguo Hospital, el convento de los franciscanos y la casa palacio de Zarauz. Por fin, el hostal Rosi, regular y menos. Abastos y Toni se están bañando, y Valde se ha disfrazado de guiri. Nosotros, frente a la playa, en el Bahía, nos bebemos los más ricos refresquitos del mundo.
Paseo. El rebonito mercado de 1903 con cabezas de animales y mariscos en los azulejos, casas nobiliarias con escudos a cual más grande y el ambiente de bares en la Rúa Mayor. La iglesia del siglo XV, las puertas, el trazado de la ciudadela del siglo VIII.
Cenamos unos buenos callos con garbanzos a bozal quitao y nos da para un segundo de peces no demasiado agraciados. Más refresquitos, yo paso ésta. Cuando apoyamos la oreja, nos quedamos fritos.

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