jueves, 2 de agosto de 2012

las cataratas del niágara

Desde Union Station cogemos un tren de Amtrak que va a Nueva York y que para en las Cataratas del Niágara. Un tren de dos pisos que cumple ahora 31 años. Bosques con casitas de madera pintada de blanco y techos de pizarra y luego viñas y viñas de uva negra. El río Niágara une los lagos de Ontario y Erie, a dos niveles distintos, y separa Canadá de los USA.

Las cataratas son alucinantes, inmensas. Nos ponen unos chubasqueros azules y nos montamos en un barco, que se aproxima a la caída del agua (el aire está lleno de agua pulverizada y parece que llueve). Todo está lleno de marcianos azules con ganas de gritar entre el estruendo. En  frente, los marcianos amarillos que pasean por un circuito de madera en las cataratas americanas. Las cataratas canadienses son semicirculares, grandiosas, espectaculares. Desde abajo es como si alguien hubiera abierto un grifo gigante, nos hubiera pillado en el lavabo y estuviéramos a punto de colarnos por la tubería. Acojona tanta masa de agua. También puede verse desde tierra bajando un ascensor subterráneo y cogiendo un túnel que sale al exterior.

A la vuelta, el sol está bajo y este lado del camino es más hermoso. Vemos granjas, viñedos y frutales. La gente parece trabajar despacio, como en un domingo oloroso. El Canal Willand es transitable y los barcos van de un lago a otro. Luego, el Lago Ontario con trozos repletos de vegetación y algún que otro pescador.
Ya en Toronto subimos a la Torre CN, de 180 pisos, en un ascensor de alta velocidad. El mirador es circular con unas vistas de 360º y algún trozo con el suelo de cristal que timosea, como si anduviéramos por el cielo.

2 comentarios:

  1. You mentioned to me several years ago that you had been to the Niagara area. Great sketchbook memories.

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