miércoles, 29 de agosto de 2012

sin papeles


Ya compré algunos regalos. Sólo queda despedirse de esta alegre ciudad sin apenas tráfico, sin sirenas. De Walter y sus turistas, que vinieron a Canadá a comer spaguetti y tortilla. Del clarinetista que persigue niños asustados. De la playa de los troncos. De Stanley Park y el superpuente elevadizo. De la divertida Robson.
Visito la casona de madera del Vancouver's Heritage. Descanso en su jardín.

No conviene relajarse. El último día me mangan la cartera ¡Joder! Cancelo la visa. Pero ¿y el pasaporte? La policía se lo toma tranqui, están de weekend. Yo también me lo tomaré con calma. Si no se arregla mañana, será dentro de dos o tres días. Se acabó la alegría, no puedo pensar en otra cosa. Menos mal que ya había pagado el hostel.

 

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