jueves, 6 de septiembre de 2012

mumbai en lunes








Llueve a mares, como todas las noches. Nos alegramos que lo haga, limpia la ciudad de mierda y aplaca ese fuerte olor a orín que hay por las calles. Son casi 14 millones y no hay sitio para ellos. La gente vive en la calle. Los taxistas duermen en los taxis, los techos de las marquesinas están llenos, los soportales plagados, cualquier negocio con carrillo duerme con su dueño. Se oyen los cuervos, que picotean los animales muertos, y alguien que pregona. Me asomo, una sombra lleva una carretilla de madera con dos maletones en ambos extremos.

Desayunamos en el Olympia dos cafés con leche con bollos y zumo de mango. El chaval sigue en el suelo limpiando. Dan ganas de atar el trapo a un palo y construir una fregona, aunque creo que los camareros y clientes no aguantarían un cambio tan radical.

Hoy cierran los museos. Nos vamos al Mercado de Colaba, en la punta sur, supongo que el más turístico. Nos recuerda Marruecos y El Cairo. Mujeres en sari limpiando cacerolas. Un fuerte olor del pescado. Colores. Llegamos hasta las chabolas de los pescadores. Vuelta atrás. Edificios horrendos de arquitectos caros para consulados y bancos con muros y policías. Nos venden de todo. Quieren limpiarnos los oídos y leernos la mano, y yo les señalo una guiri como cliente del año. Él no trabaja con madames, sólo con hombres y parejas. Una niña nos pide dinero, le doy una bolsa de panchitos. Nos presenta a su hermana pequeña. Aún más guapa y lista que ella.

Pasamos a la Jahangir Art Gallery, un edificio curvo de hormigón con un parasol ondulado en la entrada, de los 50. En su bonito café, Samovar, de mesas plegables con vistas al jardín del Palacio Museo Príncipe de Gales, comemos rollitos de pollo con soda Kinley. Un taxi nos lleva a Chowpatty Beach, una playa popular, mágica, espiritual, religiosa. Con muchos quioscos para cenar sobre la arena y mucha gente meditando frente al mar. Los santones rezan junto a una cacerolilla de metal. Se alquilan esterillas grandes, donde se sientan familias y grupos. El acuario tiene la fachada pintada en azules con formas geométricas entre las que se distinguen dos ballenas. Cenamos en un vegetariano unas masala dosa de queso con salsas picantes a elegir. Muy ricas. Está lleno de niños trabajando con muy mal rollo. Limpian suelos y mesas, quitan los platos usados. Se agrupan indefensos, tristes. La cocina es una porquería. Beni dice que está llena de bichos. Vemos unos guiñoles que parecen marionetas, que molan, que escenifican los cuentos de Panchatantra; y una de esas pelis de sus dioses con ese aspecto de salidos de una estampa tan logrado. Hoy aparece Hanuman, el dios mono, a las órdenes de Ramachandra, su mujer Sita y su hermano Laksman. Es una historia de héroes a lo griego, a lo Marvel, pero como un dulce sueño, yo alucino.

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