Anoche luces en los barcos del canal, la gente duerme dentro. Los enchufes ingleses son de tres rallas, y cada uno de ellos tiene un interruptor para apagar sin desenchufar. No todas las bombillas son de rosca.
Subimos en el segundo piso del 45, hasta el río. Vamos a la Tate Modern Gallery, en un edificio industrial espantoso de ladrillos verdosos. El hall fue sala de turbinas y recuerda al del Museo de Arte Contemporáneo de Praga. Me decepciona, Picasso brilla entre todo, una habitación para Picabia y otra para los grupos ecultóricos de Muñoz. Cruzamos hasta la Catedral de San Pablo, Coliseum, St. Martins, la Galería de Retratos y la National Gallery, donde apunto los pintores de mi gusto. Hay Market, en Picadilly Circus la gente se hace fotos disfrazada, Trocadero, las putas hacia Lexington Street. Descansamos en los sillones-escenario de otro Café Nero con camareros españoles. Dibujo a la gente que se sienta y la que pasa por la calle.
Toda la ciudad está llena de cámaras de vigilancia. En la mani del 1 de Mayo hay policías especializados en fotografiar a los integrantes con teleobjetivos. Hacen fotos de cada uno de los manifestantes. Los veo enseñándolas a los compañeros. Ma da mal rollo.
Compramos la bebida en un chino y comemos en casa. Comemos salami y mal queso. Nos pican los ojos del aire sucio, del polvo en suspensión. Demasiado caro vivir entre la porquería.
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