viernes, 22 de noviembre de 2013

bicas de otoño


Mañana limpia espectacular. Nubes escasas que se forman detrás de la ciudad. Desayuno en la terraza de la Leitaria Académica. Dibujo esta tranquila y hermosa plazoleta. La fuente barroca o chafariz, el agua sale de unos delfines, y las ruinas de la Iglesia do Carmo, que ahora es un pequeño museo arqueológico, y que visito. Las naves de la iglesia están descubiertas, las salas cerradas carresponden a las capillas. Dibujo lo que llama mi atención, como el esclavo sujetando las espuelas del caballero muerto o el San Antonio del siglo XV.

Como en el Jardín de Amalia Rodrigues, en la orilla del estanque que llaman Linha d'Agua, tomando tranquilamente el sol. Parecen todos unos pijillos excepto esta señora extraterrestre con las piernas hinchadas y moradas que pide un vaso de leche. Luego, se duerme al sol, siguiendo los ritos de su planeta.

Paseo hasta el Gulbenkian, que es un búnker de hormigón en medio de un jardín. Hay una expo de los griegos desde el Neolítico. Me bebo una Cheers en la terraza mientras dibujo un grupo de abuelas inglesas coquetas. Desde la salida puede verse un edificio clásico portugués pintado de rosa, es la Residencia de la Embajada Española. Detrás se levanta la cúpula turquesa de la mezquita. La fachada es de ladrillos naranjas pastel. Impresionante recortada en el cielo rojo con los aviones atravesando su minarete. Solo se puede visitar por la tarde. Detrás edificios bancarios de cristal y acero.

Empiezo a notar el frío en los huesos. Cojo el metro hasta el Baixa-Chiado. La tienda de guantes, carruchas en un escaparate y una señora cosiendo disfraces de carnaval en la Rua do Norte. En la Leitaria Nelson todos los abuelos miran la tele. Un galao calentito y una española con el salgo de una relación de cuatro años. En la Rua do Loreto los negritos me piden tabaco. Museo de la Farmacia. La calle del eléctrico, velas en escaparates góticos con un reloj, me siento cansado, compro unos pasteles, me esperan a cenar. Margarida me enseña su cuaderno. Un tesoro con las hojas costureras, botones, alfileres. Precioso.

Bajo a la Pastelaria Flor de Imperio. Una bica y gin con Trina de limâo, y me pongo a dibujar al personal. Me vuelvo un poco loco y la camarera se pone a enseñar dibujos. Es el momento de coger el caminito que nos lleva a la cama.

1 comentario:

  1. Quien estuviera en Lisboa, o sólo en tu cuaderno y ser uno de esos personajes que lo ilustran. En un día frío y ventoso dejarme caer en tu blog a la hora del café y la siesta es lo mejor que se puede hacer para asimilar el desesperante sopor e Indignación que me han provocado escuchar las noticias en la televisión. Cualquier tiempo dibujado fue mejor.

    ResponderEliminar