domingo, 19 de enero de 2014

compañías



Estaban Toña y Bea y aquella mitad de Casa Zoilo donde no había cucuruchos y confetti. Y detrás Pedro, forrado con el tres cuartos como una de las copas del Mundo, y Concha que empezaba a encenderse titubeando como un tubo fluorescente. Y estaba Sol, que se puso a irradiar, y Mariano medio escondiéndose en una piedra medio saliendo con un verso. Y estaba dulce Camino detrás de Pilar y Benji con los zapatones y el cuello largo. Y Ana, que encontraba en todo su parte divertida y se había traído su frío balcón lleno de humo de tertulias literarias. Y Toña repartía cañas con emociones positivas de tapa, y algún que otro muñeco de esos que ella hacía que eran como ídolos de alguna religión perdida. Y Bea repartiendo alegría con esa cara tan familiar como Sofía Loren. Y Pilar más rubia con ese añil de Essaouira y el rosa chicle. Y también estaba Jesús recién apuntado a un partido como unos zapatos nuevos y la vida acabase de empezar.
Para entonces Concha ya tenía la cara encendida que refulgía como una de esas vírgenes de Fátima y se elevaba cogida de su hermana y su sobrina, a la que ya le habían crecido algunas luciérnagas. Camino tenía algunas ideas para esta ascensión y Sol radiante sembraba palabras llenas de gente por la calle, expuesta al tráfico nocturno. Dios! era impresionante la luz de todas esas mujeres, estábamos aturdidos. Mariano salió para convidar las viandas y echarse un cigarrillo artesano, aunque una parte seguía al abrigo rocoso.
Benji parecía olvidarse del teatro adolescente y dijo sentirse bien y Ana recordó algún beneficio de la edad sin hacer mención de los focos. Yo escuchaba a todos mientras esparcía la tinta con el digestivo que me puso Estela, que también estaba aunque a lo suyo.
Y también estaba ese frío que dicen que no es tan frío pero hay que forrarse como un trofeo, como los brazos de un sillón de orejas, como una mesa camilla. Sin olvidar la gorra, pues estaban también todas esas palabras oídas que se pusieron a tiritar cuando bajábamos la cuesta.

1 comentario:

  1. Y también estaba la mirada del dibujante recogiendo trazos de almas, lo que hay en todos ellos cuando se introducen en sus espejos.

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