martes, 4 de abril de 2017

la jabalina de félix y miguel



Félix Erausquin, atleta de herri kirolak o deportes rurales vascos. Nacido en la localidad vizcaína de Zenauri en 1907, a los 48 años tuvo la ocurrencia de hacer un lanzamiento de jabalina con la técnica de los lanzadores de barra vasca o palankaris. El resultado fue increíble. En el estadio de Montjuic, Erausquin batió el record de España en 1956. Al día siguiente el guipuzcoano José Antonio Iguarán alcanzó los 77 metros con la misma técnica. Y en septiembre de aquel mismo año, un joven Miguel de la Quadra Salcedo llegaría a los impensables 82’80. Posteriormente, de la Quadra traspasaría en varias ocasiones la barrera de los 100 metros (el actual récord se encuentra en los 98’48m), quedando su máxima marca en 112’30, la mayor distancia jamás alcanzada.

Lo había logrado «a la española», con una técnica giratoria nunca vista, similar a la del lanzamiento de disco, que consistía en sustituir la carrera de aproximación a la línea por un movimiento rotatorio sobre sí mismo antes de soltar el instrumento a la manera de un discóbolo, aprovechando la fuerza centrífuga para alcanzar largas distancias.
Provisto de cubo, jabón y esponja, el atleta madrileño enjabonó a conciencia la jabalina, se instaló junto a la línea que delimita la zona de lanzamiento y, en lugar de correr con el dardo en ristre, giró sobre sí mismo para deslizar el artefacto sobre su brazo derecho.

El atletismo mundial quedó conmocionado, y comenzó el debate sobre aquella forma tan poco ortodoxa de lanzar la jabalina. La organización de los juegos de Melbourne, celebrados también en el 56, entró en pánico ante la idea de que esos atletas con pinta de aldeanos pulverizaran tan fácilmente todos los récords de la modalidad, hasta entonces en manos de disciplinados deportistas nórdicos.

La IAAF decidió modificar el reglamento, a pesar de la enérgica protesta de la Federación Española de Atletismo. El llamado estilo Erausquin o estilo español fue finalmente prohibido por la Federación Internacional, aduciendo que la técnica era poco segura para los espectadores y asistentes (los medios de la época informaron de varios heridos).

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