sábado, 1 de julio de 2017

el museo salesiano de punta arenas



En el Museo Salesiano Maggiorino Borgatello de Punta Arenas pueden verse los mapas, fotos y filmaciones del padre Alberto María Agostini, junto a objetos de los indios fueguinos y las colecciones de flora y fauna del coadjutor Ángel Renové. Yo hice los dibujos que aparecen arriba.

Chatwin cuenta así su visita:

Los padres salesianos de Punta Arenas tenían un museo más importante que el de Río Grande. Lo que se llevaba el galardón era una vitrina que contenía la foto de un joven sacerdote italiano de expresión intolerante, la piel curtida de una nutria marina y la descripción de cómo ambos se habían reunido:

El 9 de septiembre de 1889, tres alakalufs de los canales visitaron al padre Pistone y le ofrecieron la piel de nutria marina que ahora se conserva en el museo. Mientras el padre la examinaba, un indio blandió un machete y le asestó un golpe tremendo en la parte izquierda de la mandíbula. Los otros dos se abalanzaron inmediatamente sobre él. El padre forcejeó con estos ejemplares de "Homosilvestris", pero su herida era grave. falleció al cabo de varios días de agonía.
Los asesinos habían vivido siete meses en la misión, donde los salesianos los habían amado y cuidado como si fueran hijos adoptivos. Pero el atavismo, la ambición y los celos los impulsaron al crimen. Una vez perpetrado el hecho, huyeron. Algún tiempo después volvieron y, en contacto con Nuestra Religión se civilizaron y se convirtieron en buenos cristianos.  

En unas vitrinas de caoba se alzaban las efigies de los indios. confeccionadas con yeso pintado y de tamaño natural. El escultor les había adjudicado facciones simiescas que contrastaban con la almibarada serenidad de la Virgen de la capilla de la misión situada en la isla Dawson. Los más tristes entre todos los objetos exhibidos eran dos ejercicios escolares asentados en sendos cuadernos y las fotografías de los niños de aspecto espabilado que los habían escrito:


EL SALVADOR ESTUVO EN ESTE LUGAR Y YO NO LO SABÍA

CON EL SUDOR DE TU FRENTE TE GANARÁS EL PAN QUE COMES


De modo que los salesianos habían captado la importancia del versículo 3:19 del Génesis. La Edad de Oro termina cuando los hombres dejaban de cazar, se instalaron en viviendas fijas e iniciaban la rutina cotidiana.

Bruce Chatwin En la Patagonia, 1977. Traducida del inglés por Eduardo Goligorsky en 1987. Ediciones Península 2016.



El pequeño José le presentó al padre Pistone una hermosa piel de nutria. Era la señal del ataque. Antonio y Jacinto cogieron fuertemente al sacerdote de los brazos, mientras Francisco, con un gran cuchillo, intentó degollarlo; el misionero logró esquivar el golpe recibiendo una larga herida que le cruzó la cara hasta el mentón y cuya cicatriz conservó hasta su muerte, acaecida en Valparaíso. 20 años más tarde.
El indio Miguel, por su parte, quiso decapitar al hermano Silvestro, quien logró desviar la cabeza, recibiendo una gracísima herida en un hombro; se desplomó y se hizo el muerto. El P. Pistone, con un fuerte sacudón, logró desasirse de los dos que le sujetaban y echó a correr hacia el bosque vecino, siendo perseguido por los salvajes. Silvestro aprovechó la coyuntura para entrar a la casa y, por una ventana, disparó dos tiros de rifle "Gras", que en el contorno de la bahía sonaron como un cañonazo que asustó enormemente a los indígenas, que tenían por las armas de fuego un verdadero pánico; los salvajes huyeron despavoridos dejando de perseguir al P. Pistone. Éste, al oir los disparos, vio que Silvestro estaba herido y volvió sobre sus pasos. Se curaron el uno al otro las heridas y se dispusieron a pasar la noche vigilando alternadamente mientras esperaban, con temor, la reaparición de los indígenas. (Doce días después muere el hermano coadjutor Juan B. Silvestro).


Narración del Padre Luis Camino, luego director de la misión varios años, recogida en La misión salesiana en Isla Dawson (1889-1911) de Fernando Aliaga Rojas. Editorial Don Bosco. Santiago de Chile 2000. Página 34.

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