jueves, 21 de diciembre de 2017

tecnología calmada

La tecnología no es mala, pero su uso nos está desconectando y esclavizando. Llegamos a mirar el móvil de 1.000 a 2.000 veces al día. Tenemos que empezar redefiniendo nuestra relación con la tecnología: es una herramienta, muy útil, pero tiene que hacernos libres. El móvil es el nuevo cigarrillo: me aburro, lo miro. No mandes mensajes vacíos de emoción, invita a tus amigos a tu casa a cenar.

Ni el trabajo ni la eficiencia mejoran la calidad de vida. Ser eficiente debería ser tener que trabajar menos. Y no solo trabajamos más sino que, como no estamos presentes, perdemos la noción del tiempo… Malo el jefe que considera que las horas trabajadas te hacen más o menos productivo. Nos vendieron que la tecnología nos haría la vida más fácil pero ahora trabajamos mucho más y tenemos menos tiempo de libertad.

El problema de las vacaciones, cuando se trabaja de esta forma, es que en la desconexión uno se planta frente a una vida que no quiere. Repiensa su existencia entera, se promete que la va a estructurar, pero vuelve al trabajo y vuelve a no tener tiempo. Y el sistema nos exige ser creativos, innovadores, crear el futuro, pero la gente, sin espacios ni tiempo, sufre de ansiedad y depresión. Hay que parar y no solo en vacaciones. Antes lo conseguíamos, por ejemplo, leyendo un libro, pero cada vez se lee y se retiene menos, el cerebro se distrae.

Si tuviéramos en cuenta la naturaleza, si la imitásemos, si nos inspirásemos en ella, haríamos mejores creaciones y seríamos mucho más felices. Ella es la mejor diseñadora, siempre lo ha sido. 

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